sábado, 13 de mayo de 2017

LA SABIDURÍA DE LOS ANCIANOS.



La sabiduría de los ancianos debería ser transmitida a los niños, y los niños deberían aprender a focalizar su atención y mantenerla en algo concreto conscientemente. Es lo que hoy denominan Mindfullnes. Los orientales ya lo hacen desde hace miles de años y la neurociencia demuestra con las nuevas tecnologías, las consecuencias  y ventajas de la atención plena.

Mi yaya, durante mis embarazos me decía:  "Montse, CONTÉMPLATE".


En el primer embarazo no entendía su mensaje, en el segundo, casi que tampoco, en el tercero, empecé a entenderlo y en el cuarto, lo puse en práctica. Las consecuencias de la contemplación, la focalización, de la atención plena, son  dos: la Neurogénesis (formación de nuevas neuronas) y la Neuroplasticidad cerebral (nuevas conexiones que te permiten nuevos aprendizajes).



Cada vez soy más consciente de la sabiduría de la Yaya, que al final de sus años de vida, supo, comprendió y entendió lo que es vivir. Ella meditaba a diario y eso fue un pilar importante para llegar con la lucidez que llegó a casi 100 años y le permitió "vivir", no sobrevivir, a pasar de muchas de sus experiencias dolorosas.



Ella meditaba de dos maneras. Una, mientras rezaba el rosario y otra, mientras hacía punto o croché (contando cada punto que hacía, en catalán).


Jamás visitó un gimnasio, jamás salió a caminar ni a dar largos  paseos. En casa era la que planchaba, lavaba y hacía la comida. Los años que yo recuerdo, nunca quedó con amigas para salir a tomar un café ni una cerveza. Comía mucha fruta, verduras y frutos secos. A diario veía el telediario y leía la biblia, y de vez en cuando, el periódico el Adarve y cualquier revista que caía en sus manos. Al atardecer, su rincón se transformaba en un punto de encuentro con sus amigas y amigos. Hablaban del día a día y a veces les contaban sus problemas,  ella, mientras hacía punto, los escuchaba y les contaba sus experiencias y batallitas de la vida. 


Su mente estuvo lúcida hasta casi los 99 años y tuvo un teléfono móvil desde los 87 años. Aceptación no es resignación, y ella sabía muy bien la diferencia. Cuando aceptas, asumes la realidad, sin pretender cambiarla, sin sufrir por ella y esto te permite seguir proyectando tu vida, buscando mejores opciones. Es la adaptación, el crecimiento y la evolución del ser humano. Y esto es lo que hacía ella. 

Gracias por tus mensajes, siempre te llevo en mi corazón. Así es cómo yo lo he vivido, siempre hablo de mis propias experiencias de vida. 

Un día, yo también dije que no quería nadar más en contra de la corriente y que aprovecharía esa corriente para buscar otro camino y seguir nadando.  

La sabiduría es el arte de aceptar aquello que no puede ser cambiado, de cambiar aquello que sí puede ser cambiado y sobre todo,  conocer la diferencias (MARCO AURELIO, emperador romano).





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