Recordando el carnaval de hace 7 años y hablando sobre las barreras físicas, emocionales y mentales en un taller a profesores de un instituto, comentábamos la dificultad de
superar las barreras mentales y emocionales.
Y como no puede ser de otra
manera, hablé y hablo de mis experiencias.
Contándoles los mecanismos del
estrés (supervivencia y adaptación), me sorprendí a mí misma al darme cuenta de
que las barreras físicas no supusieron tanto estrés los años que rodé en la
silla.
Allí donde no alcanzaba mi mano, lo pedía, allí donde no podía subir porque había escalones, pedía ayuda a algún viandante, allí donde la silla no entraba por la estreches de la puerta, me metían en brazos. A veces me daba mucha rabia, ¡claro!, es y era inevitable, pues no entiendes que una puerta pueda ser tan, tan estrecha, o que no puedas prepararte un café recién despierta, porque olvidaste pedir que dejaran la cafetera sobre la encimera y no dentro del mueble. Parecen tonterías, pero os puedo asegurar que hasta que no estás sentado, sin poderte levantar, no caes en la cuenta de lo importante que es poner orden, disciplina y control en muchas cosas de tu vida que aparentemente son tontas y rutinarias. Por ejemplo, que no te dejen la alcachofa de la ducha puesta allí arriba, en las alturas. Recuerdo poner cada día, junto a la cama, la ropa que me iba a poner el día siguiente. Si me olvidaba de hacerlo, me suponía una trasferencia más. Es decir, pasar de la cama a la silla, ir al armario a por la ropa, y pasar de la silla a la cama para vestirme. Bueno, parecen tonterías, pero no lo son, son dificultes añadidas, pero no insuperables.
Allí donde no alcanzaba mi mano, lo pedía, allí donde no podía subir porque había escalones, pedía ayuda a algún viandante, allí donde la silla no entraba por la estreches de la puerta, me metían en brazos. A veces me daba mucha rabia, ¡claro!, es y era inevitable, pues no entiendes que una puerta pueda ser tan, tan estrecha, o que no puedas prepararte un café recién despierta, porque olvidaste pedir que dejaran la cafetera sobre la encimera y no dentro del mueble. Parecen tonterías, pero os puedo asegurar que hasta que no estás sentado, sin poderte levantar, no caes en la cuenta de lo importante que es poner orden, disciplina y control en muchas cosas de tu vida que aparentemente son tontas y rutinarias. Por ejemplo, que no te dejen la alcachofa de la ducha puesta allí arriba, en las alturas. Recuerdo poner cada día, junto a la cama, la ropa que me iba a poner el día siguiente. Si me olvidaba de hacerlo, me suponía una trasferencia más. Es decir, pasar de la cama a la silla, ir al armario a por la ropa, y pasar de la silla a la cama para vestirme. Bueno, parecen tonterías, pero no lo son, son dificultes añadidas, pero no insuperables.
Estas barreras que llamo físicas,
molestan, son un coñazo, pero se superan gracias a la buena predisposición de
las personas que te rodean (te suben, te bajan, te llevan, te traen), a las
habilidades que no te quedan más remedio que desarrollar y al manejo que le
terminas cogiendo a la silla (aprendes a hacer el caballito para subir y bajar
escalones) y al final, más o menos, sales airosa de casi todas las
circunstancias y situaciones.
Allí donde no había miedos físicos, estaban los mentales y emocionales.
¿Cómo sabía que existían tales barreras mentales? Lo sabía cuando la silla pasaba de estar, de debajo de mi trasero, a mi cabeza.
El miedo a ser rechazada, el miedo a no ser aceptada por la sociedad, el miedo a no ser capaz o, simplemente, el miedo a sentir miedo
Ahora, en mi vida actual, detecto las barreras escuchando las señales del cuerpo, observando los pensamientos automáticos y vigilando la atención que le presto al tiempo. Cuerpo, entorno (espacio) y tiempo, son las tres grandes limitaciones del ser humano. Nos identificamos con nuestro cuerpo (me hace falta un corte de pelo, perder 6 kilos, hacer más deporte, revisarme la tensión arterial...), con el ambiente y las circunstancias (mi pareja no me ayuda nada en casa, mi madre siempre se preocupa demasiado por los demás, en mi trabajo me hacen la vida imposible, todo me pasa a mí...) y con el tiempo (llego tarde a la reunión, me faltan dos horas cada día para terminar lo que tengo pendiente, ayer estuve, la próxima semana tengo que...). ¿Te suena todo esto?.
Nos identificamos con lo que pensamos, hacemos o sentimos.
Lo fundamental es entender que
toda barrera es una limitación que te pones a nivel mental y, una barrera que te
pones a nivel mental, te limita y, todo lo que limita, te quita la
libertad.
Entender que un pensamiento que sea interpretado como una amenaza (amenaza que por lo general es no real), activa el mecanismo del estrés de la supervivencia, nuestro cuerpo se llena de sustancias químicas, las cuales nos darán energía para huir o luchar. Así activamos la amígdala y sentimos MIEDO.
Entender que un pensamiento que sea interpretado como una amenaza (amenaza que por lo general es no real), activa el mecanismo del estrés de la supervivencia, nuestro cuerpo se llena de sustancias químicas, las cuales nos darán energía para huir o luchar. Así activamos la amígdala y sentimos MIEDO.
¿Cuáles son tus miedos?
El crecimiento personal, la evolución, el despertar, lo puedes llamar como quieras, es
enfrentarse a esos miedos que no te dejan salir de tu zona de confort. Enfrentarte de la noche a la mañana a algo que desconoces, por ejemplo la silla de ruedas.
Enfrentarse además a esos pensamientos que desequilibran tu estado Psico-emocional y te desgastan, privándote de libertad.
Enfrentarse además a esos pensamientos que desequilibran tu estado Psico-emocional y te desgastan, privándote de libertad.
Quítate tus miedos y hazte
poderoso. Todo está en ti.
Y si te gusta comparte.
Gracias
Y si te gusta comparte.
Gracias
Gracias Montse que placer leerte y que bofetadas... .
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