Este fin de semana he compartido
unos minutos de juego con una persona encantadora a quien le fascina jugar a este
deporte. Me comentaba este amigo que él juega por el placer de disfrutar
jugando, siendo consciente de los beneficios que le reporta el ajedrez. Tanto
si gana como si pierde o, si queda en tablas, me dice que "todo está bien".
Le encanta prever el movimiento del otro y si pierde la partida aprende de sus
errores y decisiones tomadas.
¿Qué nos aporta el ajedrez? Científicamente se ha
demostrado que practicar el ajedrez mejora la capacidad mental. El ajedrez aporta entre otras muchas cosas, concentrar la
atención, la toma de decisiones, la
memoria, abrir posibilidades, aprender hábitos de pensamientos y aumentar la
capacidad de aprender matemáticas y mejorar la compresión lectora.
El ajedrez se está utilizando como deporte terapéutico para
tratar adicciones, como herramienta
pedagógica para los presos de las cárceles
y en colectivos con enfermedades mentales (retrasa la aparición de los síntomas
del alzhéimer).
En los colegios se ha introducido como actividad para que niños/as
desarrollen el pensamiento lógico matemático, gestionen la frustración si
pierden, controlen el impulso de
ejecutar una acción sin antes pararse a pensar en las posibles consecuencias y aumentar el afán de logro.
Me ha fascinado
compartir ese momento de ajedrez con mi amigo y más aún cuando mis
hijos han hecho ajedrez como actividad extra escolar.
Cuando juegas una partida y sabes que el tablero representa la vida, tu vida y las piezas representan cada una de las acciones y elecciones que haces en el día a día, te paras a pensar sobre tu sistema de pensamiento y representación mental.
La finalidad última de la partida es ganar, cuando
el intento de ganar representa la
felicidad.
Un recién iniciado en ajedrez pone su atención en el movimiento del contrincante, si supone una amenaza para sus piezas o por si su rey está bien protegido o está siendo amenazado.
Un jugador experimentado ve mucho más allá de eso, establece una apertura, una estrategia, ve las consecuencias de cada movimientos, las alternativas y establece un final.
Y un maestro tiene una amplia visión de la realidad de la partida. Sabe que cada uno es responsable de sus acciones, que todo lo que hace tiene una intención positiva y que la finalidad última de la partida es ser feliz mientras juega la partida y esto es comparable a la sabiduría acumulada en los años de nuestra vida. A esta sabiduría se llega cuando eres capaz de ser consciente de tu sistema de pensamiento y representación mental. No hay error, y no hay error cuando hay un aprendizaje que te permite cuanto menos, conocerte mejor.
El sistema de pensamiento varia de unas personas a otras.
Nadie nos enseña a pensar.
De pequeñitos nos enseñan a camina, a hablar, pero nadie nos ensaña a
cómo pensar.
El sistema de pensamiento no es igual si somos unos iniciados o principiantes en
el juego del ajedrez o somos expertos jugadores de torneos.
La forma de mover la pieza del caballo me fascina y me veo muy
identificada con esa manera de ir por mi vida.
¿Te has parado a pensar con qué ficha te ves identificado/a tu?
¿Cómo mueve esa pieza? ¿Cómo te mueve por la vida? ¿Cómo
afronta tus circunstancias? ¿Cómo te enfrenta a los conflictos y dificultades
de la vida?
Al saltar en L se tiene que adecuar a las casillas que estén
libres.
El caballo puede saltar por encima de su
oponente sea lo grande que sea y no necesita espacio libre a su alrededor para
moverse.
El caballo puede comer una pieza cuando se
la encuentra y si le amenaza otra pieza
que no es otro caballo, puede estar tranquilo, pues no le pueden comer y puede
escapar.
La
vida me ha presentado un abanico de posibilidades entre las que elegir para avanzar por mi tablero de ajedrez. Cada día me muestra dificultades que tengo que manejar. Mi transitar por la vida es hacia
adelante y para el lado (parón para pararme a reflexionar). Me doy cuenta de la importancia del tiempo, pues sólo tengo una vida y no la puedo malgastar. Me
enfrento a mis propios miedos y dificultades y me dejo guiar por el impulso de
mi corazón. Cuando me encuentro con un obstáculo, a veces lo salto y otras veces y aún teniendo poco espacio para moverme, no me queda otra que reinventarme para poder continuar.
Mi semejanza al caballo me permite explorar mis
capacidades psíquicas, conocerme a mí misma y los límites de mi propia mente.
En el transitar de la vida, en el trascurso de una partida de ajedrez, intervienen otro tipo de factores más allá de lo intelectual y son muchos los estudios que ahondan acerca de los mecanismos psicológicos implicados en el ajedrez y los beneficios que reportan en aquellos que lo practican para auto conocerse.
Y...como siempre hago, me gusta hacerte reflexionar.
¿Con qué pieza del ajedrez te identificas?
¿Cómo es tu sistema de pensamiento?
¿Cómo representas tu realidad?
¿Cómo afrontas
las dificultades de la vida?
¿Cuáles son tus límites?
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